lunes, 21 de marzo de 2016

Tipos de cuenco (I): Ultabati


Los cuencos ultabati suelen ser bastante grandes y voluminosos, con forma de caldero. La superficie de sus paredes externas suele presentar dos acabados distintos: uno liso al tacto y de color bronce natural para la franja cóncava superior, la cual se extiende hasta unos 3 o 4 cm por debajo del borde; y otro para el resto del cuenco, profusamente moteado o bien ennegrecido, en donde sí que se aprecian, normalmente, las marcas de martillo. Una única línea grabada en la pared externa se encarga, generalmente, de establecer la división entre ambas áreas. El interior del cuenco, por el contrario, suele lucir, de forma homogénea, un hermoso pulido en bronce dorado, además de algunos motivos decorativos como puedan ser, por ejemplo, algunos círculos concéntricos expandiéndose desde el propio centro de la base del cuenco.



Los cuencos ultabati se caracterizan por su deslumbrante belleza, así como también por la vibrante y expansiva energía de su sonido. Al igual que los jambati, son capaces de producir tonos increíblemente graves y profundos, de esos que se prolongan en el tiempo, sin embargo, y a diferencia de aquéllos, estos suelen presentar una forma más abierta y achatada, con paredes además más finas, lo cual permite una resonancia tímbrica aún más grave, tanto al batirlo con una baqueta forrada con piel como al percutirlo con una maza, pudiendo llegar a sentirse físicamente incluso a una considerable distancia del cuenco. Dicha cualidad hace que resulten de especial utilidad en trabajos de enraizamiento y conexión con la tierra. Muchos son capaces de emitir ese sonido OM profundo tan valorado en el Budismo y otras tradiciones espirituales, y la intensa vibración de sus paredes hará que, al añadir agua y activar el cuenco, ésta salte exultante como en una fuente.  


Son necesarios entre 3 y 4 artesanos altamente cualificados trabajando a la par para poder forjar un único cuenco ultabati, además de, por supuesto, una considerable cantidad de valioso metal. Es posible que su origen se encuentre en las regiones más orientales de Nepal, y las circunstancias que atañen a su fabricación, así como también el buen estado de conservación en el que se suelen encontrar evidencian la consideración y el uso especial que recibían por parte de sus dueños, principalmente de índole ceremonial, ritual y también, por supuesto, musical. 

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