Se ha dicho que las melodías que encantan nuestros oídos
Tienen su origen en las esferas celestes;
Mas la Fe, que trasciende los límites de la especulación,
Mas la Fe, que trasciende los límites de la especulación,
Puede ver aquello que a todo sonido tintineante dulcifica.
Nosotros, que somos parte de Adán, escuchamos con él
La canción de los ángeles y serafines.
Nuestra memoria, aunque triste y apagada, retiene
Nuestra memoria, aunque triste y apagada, retiene
Algún eco todavía de aquellos acordes divinos.
Oh, la música es la esencia de todos los que aman,
La música eleva el alma a los reinos celestiales.
Las cenizas resplandecen, los fuegos latentes son avivados:
Escuchamos y nos alimentamos de alegría y paz. (Yalal ad-Din Muhammad Rumi, 1207-1273)