lunes, 3 de abril de 2017

Frecuencias binaurales y ondas cerebrales


Normalmente, durante las numerosas actividades que llevamos a cabo a diario, suele predominar uno de nuestros dos hemisferios cerebrales sobre el otro. Mientras que el derecho (femenino), también llamado “holístico”, se corresponde con el espacio, la intuición y la creatividad artística, el izquierdo (masculino), por su parte, se encarga de procesar el pensamiento lógico y analítico. Dado que, como las investigaciones neurológicas más recientes ya han demostrado, los dos hemisferios cerebrales funcionan de forma independiente, registrando la misma información sensorial pero procesándola de forma distinta, el hecho de utilizar principalmente tan sólo uno de ellos conllevaría irremediablemente una importante limitación de todas nuestras capacidades físicas y mentales.
                                   
                                                     
En algunas ocasiones, sin embargo, ambos hemisferios pueden llegar a mostrar, de manera natural aunque durante efímeros periodos de tiempo, una actividad similar sin que ninguno de ellos destaque por encima del otro, funcionando los dos al unísono y produciéndose de forma inmediata, como consecuencia, una sincronización de los mismos. Dicha armonización también se puede propiciar, de forma consciente, mediante el uso de los denominados sonidos “binaurales” o "monaurales".

Estos sonidos fueron descubiertos en la primera mitad del siglo XIX por el físico y meteorólogo prusiano Heinrich Wilhem Dove (1803-1879), al percatarse del peculiar efecto que producían diferentes frecuencias sonando al mismo tiempo y aisladamente en cada oído. Un siglo después, a mediados del siglo XX, el pionero en la investigación de la consciencia humana Robert Monroe (1915-1995) profundizaría en este tema, fundando el Instituto Monroe y desarrollando la técnica binaural conocida como Hemi-Sync. El interés por los ritmos binaurales, no obstante, comenzó a despertarse realmente a principios de la década de los 70, especialmente a raíz del artículo Ritmos Auditivos en el Cerebro (1973), publicado por el norteamericano Gerald Oster (1918-1993).
                                                                                          
             

Este biofísico descubrió cómo, al estimular los dos oídos a la vez y por separado con sendas frecuencias levemente distintas (la distancia entre una y otra no debería superar los 30 hercios), el cerebro percibe un "pulso binaural" cuya frecuencia sería igual a la diferencia entre ambas. De esta manera, si se estimula el oído derecho con una frecuencia de 300 Hz y el oído izquierdo con otra de 304 Hz, se produciría entonces un pulso de 4 Hz que únicamente existiría en nuestro cerebro. Si, por el contrario, las dos frecuencias usadas se escucharan "mezcladas" en el espacio por ambos oídos a la vez, sin aislar, en ese caso se generaría un "pulso monaural", del cual se dice que es aún más potente e intenso que el binaural.

Al enviar cada oído su señal nerviosa al hemisferio cerebral opuesto (dado que, como ya se sabe, cada hemisferio rige la mitad contraria del cuerpo), esto da como resultado que ambos puedan funcionar al unísono, equilibrándose entre sí. Como resultado de esta sincronización, se produce, de forma casi simultánea, una emisión de ondas cerebrales de idéntica amplitud y frecuencia, moviéndose a un ritmo coherente.    


Una importante implicación de esta armonización de los hemisferios es que, siempre que la frecuencia generada resultante se encuentre en el ancho de banda de la actividad normal de las ondas bio-eléctricas cerebrales (0,5 - 32 Hz), sería posible inducir a estados “alfa”, "theta" e incluso también “delta” a través de los sonidos binaurales, como ya expuso Monroe, gracias al Principio del Arrastre (entrainment).

El cerebro mantiene una determinada actividad bio-eléctrica, procedente de los procesos entre los cientos de millones de neuronas, que es posible medirla mediante un electroencefalograma (EEG). Según se cree, los ritmos cerebrales son el resultado de una serie de impulsos electroquímicos que se producen en las células del cerebro cuando estas envían información a diversas partes del cuerpo. Cada tipo de onda se traduce en un estado psiconeurofisiológico diferente. (Jauset, J. La terapia de sonido: ¿ciencia o dogma? Ediciones Luciérnaga, 2011)




ONDA
HERCIOS
CARACTERÍSTICAS
EPSILON
- 0,5
Ondas muy lentas que alcanzarían, por ejemplo, los yoguis cuando se encuentran en estados de trance o animación suspendida (por ejemplo, cuando se les entierran vivos durante días o semanas). Estas ondas están igualmente asociadas a estados de éxtasis, samadhi o nirvana. Suelen acompañar a las ondas Lambda.
DELTA
0,5-4
Estas ondas, de mayor amplitud, son las más lentas que se suelen encontrar. Se corresponden con el sueño profundo y estados meditativos aún más profundos en donde se experimenta la vacuidad y estados que van más allá del tiempo y de la forma. Según algunos autores, es en este estado cuando nuestro cuerpo logra recuperarse e incluso curarse a sí mismo, de ahí que estas ondas sean de gran importancia en los procesos de sanación. Están además asociadas a la parte subconsciente de la mente y a las facultades más intuitivas.
THETA
4-8
Ondas muy lentas que se dan cuando entramos en estados de meditación, ensoñación, gran relajación o en el tránsito entre la vigilia y el sueño (y viceversa) en el que sentimos como si estuviéramos “flotando” antes de caer dormidos. En este estado se experimenta el clásico “viaje del chamán”. El cerebro se encuentra en una fase de apogeo creativo, aportando soluciones del inconsciente sin apenas esfuerzo, en un estado de imaginación e inspiración espontáneas fruto del equilibrio entre los dos hemisferios. Estas ondas parecen ser indispensables para el desarrollo de las capacidades superiores de nuestro Ser.
ALFA
8-13
También conocidas como “Ondas Berger”, en honor al neurólogo y padre de la electroencefalografía Hans Berger (1873-1941), estas ondas se corresponden con un estado de meditación ligera y relajación mental y muscular que permite la disminución de la actividad cerebral. Se asocian a estados de calma y tranquilidad, y también se pueden dar en estados de somnolencia, aunque la persona aún sigue despierta y consciente. Están también activas durante la autohipnosis, y sirven de puente entre la parte “consciente” y la “inconsciente” de nuestra mente, provocando un importante incremento en los niveles de endorfinas, norepinefrina y dopamina, causantes de sensaciones placenteras.
BETA
13-32
Ondas de mayor velocidad asociadas a estados de vigilia, concentración y una actividad mental normal caracterizada por el razonamiento lógico y la atención corriente. Propician un efecto estimulante, favoreciendo la producción de adrenalina. Estas ondas pueden ser de frecuencia baja, media o alta. Las Beta Alta se corresponden con estados de estrés, ansiedad, incapacidad de desconectar debido al exceso de cortisol y mayor alerta, por ejemplo, ante una situación de peligro.
GAMMA
32-100
Ondas asociadas a una actividad mental superior, mayor enfoque y también a sentimientos de bendición, felicidad y conexión con el Universo. Dentro de este rango de frecuencias se encontrarían también las ondas Hiper-Gamma, de mayor amplitud y frecuencia, detectadas especialmente en monjes de Budismo Tibetano vibrando en amor y compasión durante algunas de sus meditaciones. Esto nos llevaría a la conclusión de que estas ondas son el reflejo de una alta actividad eléctrica en el cerebro relacionada con una elevada activación emocional o con procesos cognitivos superiores.
LAMBDA
100-200
Ondas muy rápidas que parecen estar relacionadas con experiencias místicas, extracorpóreas, de plenitud e integración del Ser. Dichas ondas, extremadamente altas, parecen “viajar” sobre las ondas extremadamente bajas (Epsilon).


Por supuesto, instrumentos tales como los cuencos de cuarzo o tibetanos pueden ayudarnos a generar ritmos binaurales y conseguir así esta armonización cerebral fácilmente, potenciando el hemisferio menos activo, mejorando las capacidades mentales e incrementando, como consecuencia, el rendimiento, la creatividad, la claridad mental y la capacidad de memorización, además de contribuir a la ilimitada expansión de nuestra consciencia. En el caso de los cuencos de cristal, el cuarzo amplificaría y potenciaría, aún más si cabe, el efecto de los binaurales. Se recomienda, para tal fin, utilizar cuencos preferiblemente más graves y cuya diferencia en hercios induzca, especialmente a estados "theta" o "delta" más profundos.



* Según las distintas fuentes consultadas, la información correspondiente a los rangos exactos de frecuencia asociados a cada una de las diferentes ondas cerebrales puede llegar a variar ligeramente

No hay comentarios:

Publicar un comentario